El ser humano, así como el medio que nos rodea, con su actividad, genera vibraciones, muchas de ellas en forma de sonidos de diverso carácter, estos pueden agradables y deseados, o bien indeseados y molestos. Aunque dentro de la acústica ambos escenarios, agradables y desagradables, son dignos de estudio, importantes y abarcables, en esta ocasión nos centraremos en el último escenario: donde proliferan sonidos inarticulados, confusos y sin ritmo ni melodía, que por lo general resultan molestos al oído humano; es decir donde prolifera el ruido, como interactúa con nosotros y cuáles son los medios más eficaces de combatirlo.
El ruido, actualmente, supone una de las mayores molestias para el ser humano, no tanto en los espacios públicos pero sí en el interior de los edificios, ya sean lugares de ocio, trabajo o residencia. Está ampliamente estudiado que son atribuibles al ruido, tanto al sonido propio como a la vibración mecánica de la onda, molestias y efectos adversos sobre la salud, tales como, mayores niveles de estrés, perturbación del sueño o insomnio, peor comunicación e incluso pérdidas auditivas.
Legislación sobre el Ruido
La legislación actual ya combate, en cierto modo, la contaminación acústica, normalmente a través de los ayuntamientos, con medidas como la limitación del nivel de decibelios permitidos (dB) para el día y para la noche, que dependerá del ayuntamiento en cuestión pero que oscila en torno a los 40 dB durante el día y los 30 dB, durante la noche.
Afortunadamente somos capaces de adaptarnos a las circunstancias exteriores, moldeando el medio físico que nos rodea, sin olvidarnos tampoco de ese mismo medio, ya que en nuestras actividades y periodos de adaptación tendemos a degradarlo y consumirlo, muchas veces, además, de forma innecesaria. No obstante existen soluciones amables con el medioambiente, de origen natural y renovable, en las que estamos especializados y que no dudaremos en recomendar.
Combatiendo el problema del Ruido con aislamiento acústico
Pero volvamos a nuestro enemigo, el ruido: análogamente, cualquier buen estratega así como históricos y exitosos generales sabían que lo primero y fundamental era estudiar al enemigo y sus condicionantes, ver cómo actúa, cómo se comporta, cómo reacciona ante diversos factores para, finalmente y con precisión quirúrgica, tomar la medida más eficaz para cada caso y solucionar el problema al menor coste posible. Esto es justo lo que haremos a continuación.
Lo primero será entender el tipo de ruido al que nos enfrentamos, para lo cual será de gran ayuda clasificarlo al comprender cómo se transmite:
- Ruido aéreo: Aquel que se transmite a través del aire como medio físico, es la manera en la que se propaga desde un foco sonoro con una determinada intensidad y distancia en el interior de las instancias. Cuando la onda sonora choca contra una superficie, se genera un nuevo foco sonoro.
La forma de combatir este tipo de ruido es aislando acústicamente mejor una estancia de la otra, esto reducirá en forma de decibelios (dB) la cantidad de sonido que se propaga de una estancia a otra de forma directamente proporcional a la cantidad y calidad del sistema de aislamiento acústico que coloquemos.
- Ruido de impacto: Aquel que se genera como consecuencia de un golpe o impacto (que también genera ruido aéreo), generándose así un nuevo foco sonoro que se propaga a través de un medio físico sólido, en un edificio puede ser la estructura o las particiones. La principal característica es que la vibración procedente del impacto no procede del aire sino del propio impacto con lo cual la vibración es más potente y además, al viajar más rápido el sonido por un sólido, pierde menos energía y tiene más alcance y potencia. En consecuencia, en estancias contiguas, el ruido final tiene casi la misma intensidad que en la estancia donde se generó el sonido.
La forma más eficaz de combatir este tipo de ruido es colocando una lámina anti-impacto entre la superficie que recibe los golpes y la estructura, de forma que esta lámina absorbe las vibraciones que le llegan evitando o reduciendo significativamente que las vibraciones se propaguen a la estructura.
Materiales para el aislamiento acústico
En cuanto los materiales a emplear y al grado de aislamiento acústico que se les puede asignar, hay que entender que una parte de la energía, de la onda sonora, será reflejada por la propia superficie mientras que el resto penetra en el material y una parte del sonido, la que fundamentalmente nos preocupa, se transmitirá al medio y el resto quedará absorbido por el propio material. Existen 3 principios básicos que hacen de un material un buen aislamiento acústico:
Factor másico: a mayor masa, mayor resistencia se opone al choque de la onda sonora y mayor es la atenuación del sonido, ocurre lo mismo con el aire, a mayor distancia entre emisor y receptor, menor cantidad de sonido percibido.
Factor multicapa: Cada elemento tiene una frecuencia de resonancia que depende del material que lo compone y de su espesor. El sonido que llega a un elemento con una frecuencia determinada producirá una resonancia y vibración característica en el elemento receptor, produciendo un sonido que se sumará al transmitido. Es por esto que en trasdosados, por ejemplo, es preferible usar una doble capa de cartón-yeso, de grosores distintos, a una sola incluso si el grosor equivalente de ambas soluciones es el mismo.
Factor de disipación: la combinación aire-material absorbe parte las vibraciones producidas en el interior del conjunto material, por esto, los materiales porosos o con aire distribuido homogéneamente en su interior son excelentes absorbentes acústicos, además de garantizar un buen nivel de aislamiento térmico, de hecho, este es el principio fundamental en el que se basan los aislamientos termoacústicos. Es esta la cualidad con mayor importancia a la hora de buscar un material aislante acústico que reduzca significativamente el ruido aéreo.
No existe por tanto lo que sería “el mejor aislamiento acústico” ni tampoco la “solución maestra” en cada caso se deberá analizar bien la situación previa entendiendo el origen del sonido y su medio de propagación.
Sin embargo sí es cierto que existen una amplia diversidad de materiales absorbentes acústicos y muchos de ellos con un carácter bastante versátil para adaptarse al amplio abanico de soluciones que analizaremos más adelante.
Bien es cierto que aplicar estos principios de acústica en un edificio nuevo, desde el proyecto, es más que asequible desde un punto de vista económico, pero aplicarlos en un edificio existente tiene un carácter mucho más complejo y no solo a nivel económico.
Es fundamental, evitando tener imprevistos innecesarios que son previsibles, además que son los que suelen encarecer las obras, que para valorar correctamente la rehabilitación, hay que pensar también en la configuración y posterior replanteo de las instalaciones. Por ejemplo, si se traspasa una habitación, habrá que prever que interruptores y enchufes quedarían ocultos o que como mínimo habrá que desfasar los radiadores una distancia mínima con respecto a la posición original, estas “mini operaciones”, cuando se prevén no tienen demasiado impacto pero si no se ha planificado estaremos tirando tiempo y dinero a la basura. También es muy importante valorar la altura libre restante y el estado de cargas con respecto a la estructura existente antes de la obra, para poder diseñar y planificar correctamente, sobre todo en edificios antiguos, si se añaden nuevos solados por ejemplo, así como no demoler a la ligera elementos estructurales u otros que no lo son pero que podrían haber entrado en carga durante su vida de servicio.
Generalmente los problemas de ruido (así como de condensaciones o eficiencia energética) se manifiestan en aquellos edificios residenciales y más bien antiguos, por lo que suele ser un problema común del vecindario. En estos casos y sobre todo si también está planteándose una rehabilitación energética, con el objetivo de sumar sinergias, la mejor solución sería poner a los vecinos de acuerdo para reducir las molestias generales y tener más libertad a la hora de decidir la mejor solución y ahorrar costes.
Materiales para el Aislamiento Acústico Sostenibles, renovables y ecológicos
Con el fin de no reiterar en la presente redacción y de promover materiales sostenibles, renovables y ecológicos, recomendaremos una serie de materiales aislantes de origen natural y renovable con los que solemos trabajar: aislamiento de fibra de madera, de corcho, de fibra de celulosa, de fibra de lana de oveja y algodón.
Normalmente están disponibles en formatos para insuflar pero también en paneles con distintos grados de rigidez. Respecto a labores de insuflado, encontramos la fibra de celulosa reciclada especialmente competitiva en precio y prestaciones y la fibra de madera o el corcho funcionan muy bien si las circunstancias requieren aislar en formato panel.
Ante la búsqueda de una guía de rehabilitación acústica eficaz y ante la multitud de escenarios posibles, clasificaremos las diversas situaciones que pueden darse incluyendo la posible combinación de varias de ellas. Básicamente podremos diferenciar los siguientes escenarios a rehabilitar acústicamente:
Elementos verticales de separación: Se basa en adherir materiales acústico-absorbentes en los muros o tabiques divisorios de las diferentes estancias, normalmente ejecutándose un trasdosado relleno acústico en el interior. Es una medida eficaz, pero que sacrifica unos pocos centímetros de espacio de la casa en la mayoría de las opiniones.
En concreto medidas como:
Trasdosar el muro: a uno o ambos lados, puede ser directo al muro o de forma indirecta a través de un entramado que recomendamos que sea de madera (material ecológico, renovable y que se comporta mejor que la perfilería de acero/aluminio en estos caso) con relleno de material aislante. Es una medida eficaz que reduce la transmisión de sonido aéreo y apenas aporta peso a la estructura, no obstante conlleva una pérdida de espacio mínima de 5 cm por lado que se decida trasdosar.
Si la partición/tabique no es estructural y no ha entrado en carga con el paso del tiempo podría plantearse la posibilidad de demoler el tabique y sustituirlo por uno nuevo con estructura de entramado de madera, incluso con dos hojas también. Sin duda es la opción más eficaz pero también genera escombros, es más cara e implica ponerse de acuerdo con el propietario de la estancia adyacente para poder realizar la obra, por otro lado, estaríamos libres de pérdidas de espacio y, dependiendo del caso, podríamos incluso hasta ganarlo.
También podría trasdosarse, a uno o ambos lados, con una hoja de ladrillo, pero des recomendamos esta opción ya que consume más espacio, conlleva unos tiempos mayores de ejecución y aporta más suciedad y ruido a la obra
Otra opción, si la partición es de doble hoja sería insuflar con aislamiento la cavidad, no obstante esta cavidad suele ser de reducido espesor y puede tener obstáculos, escombros en su interior que dificulten y reduzcan la calidad de la tarea con lo cual la mejora acústica es más reducida y suele ser preferible decantarse por otra acción más significativa o bien combinarse con ella.
Unión fachada-particiones: el aislamiento acústico entre dos estancias depende también del material de encuentro entre la tabiquería y fachada. En general, la recomendación es que la hoja del interior de la fachada se interrumpa, permitiendo tener un aislamiento acústico ininterrumpido y reduciéndose así las transmisiones de sonido.
Elementos horizontales de separación: En general el problema fundamental que se presenta es el ruido de impacto. Salvo en edificios anteriores a 1940, donde el forjado es de madera, el forjado suele ser de hormigón con espesores algo variables pero que suelen ser suficientes para reducir por masa el ruido aéreo transmitido a la instancia inferior, sin embargo, si se requiere no suele ser complicado mejorar el aislamiento a ruido aéreo. En cambio el ruido de impacto en un edificio de viviendas es más difícil de resolver pues la solución pasa por actuar en la vivienda del piso superior.
En este último caso en particular se puede optar por estos dos sistemas:
Colocar, sobre el pavimento un elemento elástico flexible, como una moqueta, corcho o linóleos, tiene la ventaja económica y de espacio ya que mantiene a efectos prácticos la altura libre pero es mucho menos eficaz que la siguiente medida.
Instalar un suelo flotante: consiste en colocar una lámina elástica intermedia entre el pavimento o recrecido y la estructura horizontal del edificio, con lo que se consigue una discontinuidad perpendicular a la dirección del recorrido de las ondas de vibración y por tanto se transmite una menor energía al recinto colindante. Resuelve de forma eficaz el problema pero es una opción costosa que implica construir un solado nuevo y podría implicar incluso, de forma adicional, demoler el solado existente por la limitación de la altura libre suelo-techo o bien por sobrepasar la capacidad portante del forjado.
Ejemplos de Suelo Flotante
La tarima flotante: compuesta generalmente por un laminado de madera y un material elástico, como el corcho o el PE. Es una solución que reduce la altura libre mínimamente pero es económica, ligera y fácil y rápido de instalar.
La solera seca: compuesta por dos o más placas de yeso laminado solapadas y pegadas entre sí, dispuestas sobre un material aislante a ruido de impacto como una lámina de corcho o de una lana de tipo vegetal, por ejemplo. Esta técnica es algo más cara que la anterior pero resuelve mejor el problema y también aísla algo a transmisión aérea del ruido, no obstante, hay que tener en cuenta que perderemos unos 4 cm de altura libre.
Suelo flotante de mortero, compuesto por una capa de mortero de al menos 50 mm, dispuesta sobre un material aislante a ruido de impacto, como la lana vegetal, el corcho, o plásticos (y menos respetuosos con el medio ambiente) como el polietileno o el poliestireno expandido elastificado. Es la solución más eficaz de las 3, pero también la más costosa, la que mayor altura libre consume y la que aporta un mayor peso a la estructura existente. Especialmente recomendada si se planea (y es factible) colocar suelo radiante.
Aislamiento Acústico de Ruido Aéreo
En el caso de que queramos reducir la transmisión de ruido por medio aéreo entre dos recintos lo más aconsejable será actuar en el techo separador de ambos espacios. Esta actuación está indicada si el problema es el ruido aéreo entre dos recintos, ya que a pesar de que la instalación de un falso techo rebaja algo los niveles de ruido de impacto, su aislamiento a ruido aéreo es mayor. Además de producir un incremento de alrededor de 10 o 15 dBA en el aislamiento a ruido aéreo en la vía directa, se produce un incremento del aislamiento en la vía indirecta, que puede observarse en el aumento de aislamiento de las particiones de los recintos colindantes.
Por otro lado, la colocación de un falso techo produce la disminución de la altura libre de los recintos en aproximadamente 10 cm, y cambios en la colocación de los puntos de luz de los recintos y cajas de registro eléctricas, lo que en determinadas ocasiones puede hacer inviable su ejecución.
Fachada: El aislamiento acústico viene determinado por el tipo de muro y en especial y en gran medida por las ventanas y los capialzados.
El aislamiento acústico de las ventanas depende de la estanqueidad al aire del conjunto y del grosor del vidrio, fundamentalmente, a mayor grado de estanqueidad, mayor de aislamiento acústico (y térmico también). En edificios antiguos las ventanas sufren falta de estanqueidad debido a faltas de sellado, holguras entre la carpintería y el muro o deformaciones por el uso.
En cuanto a las cajas de persiana, cuando se sitúan en la hoja interior del cerramiento, suponen un puente acústico (y térmico), pues son un punto de entrada de aire y de ruido.
Lo más recomendable, en ausencia de protecciones especiales en la fachada, es sustituir las ventanas antiguas por unas nuevas, prefabricadas con vidrios dobles y capialzado monobloc. El espesor del vidrio vendrá determinado por las necesidades térmicas y acústicas, pero no se recomiendan vidrios con cámara menor de 12 mm y si puede ser con vidrios de espesor distinto en cada hoja. Si no pudieran cambiarse o incorporarse ventanas nuevas podría intentarse, al menos, sustituir los vidrios por otros acústicamente mejores, reparando el nivel de sellado y estanqueidad del conjunto de una manera óptima, sin embargo, en estos casos es muy difícil cuantificar el nivel de la mejora acústica.
Si se requiriera mayor grado de aislamiento acústico podría optarse por añadir y no sustituir las ventanas y/o sustituir las cajas de las persianas por otros sistemas que no afecten al rendimiento acústico, como lamas o contraventanas, por ejemplo. Es fundamental que la instalación de las ventanas y su sellado sea cuidadosa y de calidad.
Intervenir en el muro existente no es la opción más aconsejable ya que las mejoras que se producen son mínimas en comparación con lo anterior. Sin embargo, son frecuentes las rehabilitaciones energéticas en fachada y deben tener en cuenta algunas sinergias:
Si se aísla por el exterior, utilizando un sistema S.A.T.E. (Sistema de aislamiento térmico por el exterior) se eliminan o reducen significativamente los puentes térmicos y también se aumenta la resistencia térmica del conjunto. Es fundamental escoger bien el aislamiento que se va a utilizar, ya que unos no producirán ni si quiera un aumento del aislamiento acústico y algunos aislantes, muchos habituales, pueden incluso deteriorar el grado de aislamiento acústico del edificio, esto ocurriría por la coincidencia de las frecuencias de resonancia entre el revestimiento de mortero exterior aplicado sobre el aislante y la pared sobre la que se aplica. Aun así, y teniendo en cuenta todos estos factores la mejora acústica sería mínima.
Si se inyecta o insufla aislamiento por el interior del muro, siempre que este esté compuesto por al menos dos hojas es factible. Es un procedimiento sencillo que apenas causa molestias a los usuarios, sin embargo, no combate los puentes térmicos y apenas mejora el grado de aislamiento acústico del conjunto.
Si se aísla por el interior, utilizando un trasdosado de placa de yeso o de fibra de yeso sobre bandas elásticas. Se utiliza cuando no es posible intervenir por el exterior de la fachada, tiene el principal inconveniente de reducir la superficie interior en al menos 6 cm, también genera molestias a los usuarios que probablemente tengan que abandonar la vivienda durante la reforma.
Es necesario remarcar que de las 3 mejoras, ninguna conduce a una mejora del aislamiento acústico si no se resuelven los problemas previamente mencionados en las ventanas y capialzados.
Cubiertas: La forma de proceder es análoga a la de las fachadas, primará la sustitución del cerramiento de los huecos por otros de mayor calidad. Tiene sentido hablar de rehabilitación acústica en cubiertas abuhardilladas, con lucernarios, o cubiertas ligeras expuestas a altos ruidos (cercanía a aeropuertos). En esos casos puede valorarse la posibilidad de instalar un falso techo con lana vegetal en la cámara para reforzar el aislamiento de la parte opaca.
Las instalaciones: son un conjunto amplio y heterogéneo de dispositivos que suelen generan ruidos y vibraciones que se trasladan a los recintos protegidos y habitables de los edificios. La diversidad de posibles escenarios hace inabarcable el tratamiento de su problemática entera dentro de este artículo pero como tónica general habrá que localizar el origen del ruido si es la maquinaria o las propias canalizaciones y ver a través de qué medio material se está propagando para poder adoptar una solución competente. Por ejemplo, uno de los ruidos más molestos es el de las bajantes de aguas residuales en los edificios de viviendas, puede optarse por dejar al descubierto la bajante para rodearla de un buen aislante acústico para después dejar la instalación oculta de nuevo.
Si tienes preguntas concretas acerca de cómo mejorar el aislamiento acústico de tu local o vivienda, no dudes en contactarnos para encontrar juntos la mejor solución.